Hace 100.000 años –muy poco para la historia del planeta– la
laguna que tanto caracteriza a nuestra ciudad era muy distinta de la que
conocemos hoy: el espacio ahora ocupado por la Setúbal era un lugar propicio
para una fauna insólita, como elefantes, ciervos y hasta gliptodontes,
parecidos a los restos fósiles que se encontraron bajo una casa del barrio
Guadalupe, hace no tanto tiempo. Nuestros paisajes se transforman a veces mucho
más rápido de lo que imaginamos.
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Postal del Puente Colgante de Santa Fe y la Laguna Setubal (Archivo Santa Fe Antiguo) |
La laguna Setúbal que hoy conocemos tiene una historia
compleja. A través de unas perforaciones en el extremo norte de la laguna –en
la zona del delta del Arroyo Leyes– expertos analizaron los sedimentos y
observaron que el territorio donde está actualmente la laguna estaba ocupado,
hace más de 50.000 años, por el cauce principal del Paraná. Así lo develó el
depósito de sedimentos fluviales, o arenas gruesas, que fueron arrastradas con
la energía del río en aquella época. Entre las arenas también se identificaron
restos fósiles de una fauna ya extinta. Se trata de especímenes de
gliptodontes, elefantes y caballos americanos que pueden encontrarse en el
lecho de la depresión que incluye la laguna Setúbal, el Capón y el bajo de los
saladillos.
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Imagen de Laguna Setubal Santa Fe (aérea)- de Investigadores de UNL. |
En calle Laprida al 5300, a metros de la Costanera
santafesina, se encontraron restos de un gliptodonte. El hallazgo tuvo lugar en
agosto de 1996, gracias a una perforación de 3 metros de profundidad. Científicos
identificaron que los restos estaban ubicados en la Formación Tezanos Pinto,
por lo que estiman que tienen entre 8.000 y 38.000 años de antigüedad.
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Imagen ilustrativa de un gliptodonte |
El tiempo no sólo cambió el aspecto de la laguna Setúbal;
también modificó las características del agua. Los registros de la época
colonial la describen como una “laguna salobre”, lo que indica que se
alimentaba del sistema de los Saladillos por el norte y del riacho Santa Fe por
el sur. Mientras tanto, el Paraná aportaba agua en las grandes inundaciones a
través de un canal de desborde que luego de sucesivas crecientes se transformó
en lo que hoy es el Arroyo Leyes, la principal fuente de alimentación de las
lagunas Setúbal y El Capón. Fue la cantidad de agua que transportó en esas
oportunidades (casi 10.000 metros cúbicos por segundo en la gran crecida de
1982 -1983 que hizo sucumbir el original Puente Colgante) lo que agrando su
cauce.
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